CAPÍTULO CUARTO

EL MITO

En cierta ocasión un zorro, se llenó de discordia con la raza jaguar y sus prósperos cultivos, el viejo zorro era astuto y se las arreglaba para burlar a todos, para destruir y asaltar la huerta, escarbaba y arrancaba todo tallo, todo fruto para no dejar nada…

Un día el anciano de la aldea acudió a su comunidad preocupado y tomo a Cacaima como emisario para esta campaña.

En un sueño Cacaima tomo la forma de un jaguar y vio la selva a través de sus ojos felinos, su olfato se agudizo y fue dotado de toda su audacia, su cuerpo se volvió más liviano, sus sentidos más agudos y se movía con destreza entre las espesura de la selva, sintió dentro de sí una gran energía y el sueño fue algo que le renovó el alma de una forma extraordinaria.  A la mañana siguiente se alisto para salir en busca del feroz zorro, con pinturas sacadas de cortezas y plantas, dibujo sobre su piel las manchas sagradas del dueño de la montaña y salió tras el rastro del zorro dispuesto a su cacería. 

Ya en el interior de la selva sintió de nuevo como se agudizaba su instinto y mientras avanzaba poco a poco fue sintiendo como su cuerpo se transfiguraba en animal, sus músculos se fortalecían y crecían de sus manos filosas garras, y en el término de unos minutos Cacaima se habría convertido en un enorme jaguar, no lo podía creer, su sueño se daba paso a la realidad y tras sentir ese choque de vitalidad corrió velozmente siguiendo el rastro de su presa, hasta dar con el paradero del viejo zorro, en un recóndito lugar de la montaña. La sorpresa los atrapo a los dos, el don de poder que adquirió Cacaima rebaso sus propias expectativas y para el ambicioso zorro, el hecho de ver el rostro de semejante felino lo dejó perplejo y hundido en una meditación profunda y espontánea.

-¿Por qué atormentas de esa manera los sembradíos del hombre?- preguntó Cacaima. El zorro orgulloso retomo su postura serena y contesto:

– Un día el hombre se apoderará de todo, le quitará el árbol al pájaro y a la ardilla; desviará el rio de su cauce milenario y tomará tu vida y la mía para enriquecer su casa, sin importar nada. Solo les muestro un poco lo que será nuestra nueva vida en la selva si no se pone límite a su progreso y su funesta avanzada-. Cacaima en el cuerpo de jaguar, rondo al zorro con una autoridad discreta, él entendía muy bien la intención y sabiduría del soberano habitante del valle y la montaña, observo que tenía toda la cosecha apilada fuera de su cueva y mientras retornaba su postura humana, frente a la mirada de asombro del viejo zorro, dijo:

–llevare lo que pertenece al hombre por su trabajo y su ingenio, pero también le llevare el pensamiento que me ofrece tu sabia voz en este momento. ¡La tierra es de todos y es para todos! Ya no tendrás que volver a nuestra aldea, tomaremos tu enseñanza y la aplicaremos, te doy gracias en nombre de mi raza hermano zorro por tan valiosas palabras.

El zorro sin más que decir,  comprendió que aquel encuentro estaba dotado de magia y confió en el gran poder del ser humano para comprender sus razones,  alivió su pensamiento sin dejar de sentir una gran preocupación en su panza.

Cacaima cargado de los frutos perdidos de la cosecha, regreso triunfante a la aldea con comida para todos, comenzó a propagar la tradición del ayuno y fundo nuevas reglas en la piedra, un calendario para las épocas de caza y otras para las talas y la pesca. Hablo también a su pueblo para aprovechar la siembra sin necesidad de expandir sus cultivos. Y junto con el consejo de los mayores legislaron las leyes para fortalecer el equilibrio que les ofrecía el misterio de la tierra y jamás compartió con nadie, la transfiguración felina que había sucedido en la selva, el secreto quedo entre el sabio zorro y Cacaima.

Cuando llegaba la tarde Cacaima se entregaba al pensamiento y al recuerdo de su madre, como los años pasan aquí y allá con la misma persistencia, mamá Oriona estaría sumando las angustias, haciéndose más vieja y su rostro se llenaba de arrugas como una fruta seca bajo el antiguo árbol de la existencia, cargando acuestas el peso de  la incertidumbre y llevando en su vientre una tristeza que se le atravesaba en la garganta,  la cual le encogía el alma, pero en su frente aún ardía el sol y en sus ojos brillaba una pequeña esperanza en medio de la oscuridad que dejo la ausencia de su amado hijo…

¿Podrán juntarse de nuevo sus almas?

Por H.Martín 

Escritor, guionista y poeta conceptual bogotano, cofundador de la organización ECONCIENTES, enfocada a a creación y fomento del arte con valores ecológicos y preservación del medio ambiente desde el área de literatura. Actualmente columnista de la revista Cultural Tras La Huella y miembro activo de RAL (Rutas de arte Latinoamericano).
Ilustración: Martin Bacatá

Artista bogotano,
diseñador,
ilustrador y bioconstructor.

Deja una respuesta